Fin de año y mini vacaciones en Hochsauerland

El proyecto DIY nos dejó cansados. Para complemento, mis días rojos se acercaban y para el mes de diciembre, mi cuerpo decidió avisarme con un fuerte dolor de cabeza, acompañado de una sensibilidad bastante absurda. Todo me daba ganas de llorar. Principalmente todo aquello que me recordaba a mi familia, en particular a mi mamá. Por fortuna conozco muy bien a mi cuerpo, sé interpretar su forma de "comunicarse" conmigo y tengo control absoluto de mis emociones, o por lo menos eso intento. 

El 31 en la noche se suponía lo pasaríamos con amigos en Bielefeld, una ciudad ubicada a menos de 2 horas en auto desde Hameln. Pero, al caer la tarde y dadas las circunstancias anteriormente descritas, convencí a D de quedarnos en casa y recibir el año nuevo  tranquilos, zu zweit. Él lo pensó un poco y al final estuvo de acuerdo. Tampoco tenía ganas de conducir y la idea de quedarnos en casa, preparar algo sencillo pero delicioso -con las cosas que habíamos comprado para la raclette en Bielefeld- y tomar homemade mojitos, no le parecía tan mal. Con tiempo, llamó a los anfitriones y les hizo saber que no iríamos. Y así recibimos el 2015, juntos y con mucha ilusión. Esperanzados y con ganas de seguir luchando por nuestros sueños y nuestra felicidad. 

Feliz año nuevo!!

El 2 de enero nos fuimos de vacaciones, esta vez en familia: mis suegros, mi cuñada y su familia, Mr D y yo. Manejamos hasta la casa de mis suegros, pasamos nuestro equipaje para su auto, pues los cuatro viajamos en el de ellos y salimos rumbo a un complejo vacacional ubicado en Hochsauerland. Confieso que tenía mucha curiosidad y ganas de conocer el lugar. Mi suegra me había comentado que era, entre comillas, un paraíso tropical cubierto, con un parque acuático de grandes proporciones, sauna/wellness, con la posibilidad de practicar deportes al interior e inclusive esquiar en una estación de esquí ubicada no muy lejos del complejo vacacional. Debido a los días rojos, que no tienen idea de lo que "good/bad timing" significa, el disfrutar del parque acuático o del sauna quedó descartado, por lo menos para mí. 

Nuestro conductor elegido, es decir, mi suegro, decidió no conducir por la autopista, sino por el contrario, utilizar las carreteras nacionales y las federales. Esto ayudó a que el viaje fuera más ameno, desde lo visual. En la autopista vas tan rápido y tienes tan poco para ver. Al conducir por carreteras nacionales o federales, vas pasando por pequeñas ciudades o pueblos, que por lo general, siempre tienen algo que llame la atención. En nuestro caso, hicimos una parada en un pequeño pueblo llamado Bad Arolsen. Un castillo barroco llamó nuestra atención, y como no teníamos ningún afán, parqueamos y decidimos recorrer la calle principal del pueblo, visitando primero el castillo. Por fuera, porque es invierno y muchos sitios de interés cierran sus puertas. 
Mientras caminábamos por la calle principal, vimos un café todo tierno, decorado a la antigua y que ofrecía homemade cakes. Y bueno, ya ustedes saben que nosotros somos dulceros, y más cuando  son hechos en casa. Entramos al café,  y pedimos nuestro respectivo Kaffee und Kuchen, antes de continuar la marcha. 

Residenzschloss. Bad Arolsen

El viaje fue tan ameno, que las horas de viaje se pasaron súper rápido, en un abrir y cerrar de ojos llegamos a nuestro destino final, donde además nos encontraríamos con los que faltaban, quienes habían viajado desde otro lugar. 
El complejo vacacional cuenta con hotel y ofrece además, casas completamente equipadas para hospedarse desde 2 hasta 12 personas. Mi cuñada, su familia y mis suegros se hospedaron en una casa para 6. Nosotros, por el contrario, decidimos quedarnos en el hotel. Al principio queríamos una casa para 2, pero estaba todo reservado, por lo cual la segunda opción era el hotel. 

Casa para 6 donde se hospedaron mis suegros y cuñada

Entrada principal hotel

Hotel con vista a las montañas

La casa para 6 contaba con todo lo necesario para garantizarle al huésped una cómoda estancia. El hotel, digamos que se le notan los años. Además, al caminar por los pasillos era imposible no sentirse como en un hospital. La cama y almohadas no eran las más cómodas y a mi, siempre me lleva un tiempo el sentirme cómoda en una cama ajena a la mía. Más si es en un hotel, donde sé han dormido infinidad de personas y donde desconozco lo bien o mal que lavan las sábanas o fundas. El punto positivo del hotel, es la cercanía al lugar donde está la diversión, los restaurantes, las tiendas y el supermercado. 

Efectivamente al entrar a ese punto, de repente todo cambia. Lo tienen todo ambientado, de manera que los visitantes sientan que están en algún lugar del trópico. Diversidad en vegetación, espejos de agua, animales exóticos, tiendas y restaurantes llamativos, etc. Creo que quienes más disfrutan son los pequeños. Aunque también hay actividades para adultos y hasta un bar. A mi me gustó el lugar y fue una pena el no poder haber disfrutado del parque acuático o del sauna. Aunque los demás me dijeron que no me perdí de nada. El parque acuático era una locura, con tanta gente haciendo uso de él, disfrutar o nadar era casi imposible.  

Aves y peces en los estanques

diversidad en vegetación

Piscina con olas. Foto tomada a tempranas horas de la mañana, cuando aún no había mucha gente

Lo que encontré engorroso fueron los extremos climáticos. Para llegar al parque hay que caminar una gran parte a la intemperie, aunque hay un puente cubierto que comunica el hotel con el parque. Para llegar donde se encontraban nuestros familiares, también teníamos que caminar bastante. El frío estuvo terrible durante esos días. Por lo cual una buena chaqueta, guantes, bufanda y gorro eran necesarios. Pero en el parque hace tanto calor que tantas cosas encima, fastidian. Entonces a quitarse todo el exceso de ropa y disfrutar, antes de tener que volver a ponerse todo y enfrentarse al frío. Salías del "trópico" y lo que te encontrabas era un cielo gris, rastros de nieve y unas montañas cubiertas de neblina. Una cosa loca!

Vista justo al salir del parque

Montañas de los alrededores

El primer día Mr D y yo queríamos escalar, pero tanta gente quería hacer lo mismo, tanto que al llegar nosotros, ya no habían plazas disponibles. Nos debatíamos entre Badminton, tenis de mesa o billar. Y por cierto, el practicar algún deporte, también justificaba un cambio de zapatos. Solo se podía acceder a esos lugares con zapatos deportivos y ropa deportiva. Que incomodidad tanta cambiadera de ropa y zapatos, solo por un par de horas. Al final terminamos jugando tenis de mesa, y sí, tuvimos que ir por nuestros zapatos deportivos, aunque la ropa no nos la cambiamos. 

El segundo día se suponía sería el gran día. Después de más de cinco años de haber esquiado por primera vez en mi vida, volvería a hacerlo. Me di cuenta de lo que he cambiado en todo este tiempo. Por un momento empecé a recordar todas esas actividades extremas y otras más sencillas, pero que eran nuevas para mí, que con mi sed de aventura, emoción por lo nuevo y valentía, me atreví a hacer durante los años que viví en Estados Unidos. Me di cuenta que para ciertas cosas, me he convertido en una cobarde. Me da un miedo tenaz el solo pensar que me puedo fracturar una pierna, un brazo y quien sabe que otras cosas más. Y entonces sentí, que me estoy volviendo vieja, pues anteriormente esas cosas ni se me pasaban por la mente. Que tontería! 

Las sobrinas de Mr D estaban inscritas en un curso de esquí para niños principiantes. Era la primera vez que ellas, de 8 y 5 años, pisaban una estación de esquí. La emoción era evidente en sus rostros. Morían de ganas por aprender, cero miedos, cero preocupaciones.  En ese momento deseé volver a ser niña, angstlos, fearless, sin miedo a nada. En la pista y sus alrededores había más hielo que nieve. Vi a muchos caer, aún con sus botas superpoderosas. Le dije a D que no estaba segura de querer hacerlo, que había mucho hielo y me daba miedo. De repente empieza a nevar, era como un mensaje divino que me decía no tengas miedo, aquí te regalo más nieve, si es el hielo lo que te preocupa. Lo pensé y pensé. Luego le dije a D que quería que el acercamiento fuera lento. Le pregunté si podíamos deslizarnos con el trineo primero y así ir cogiendo confianza y perdiendo el miedo. Él accedió :-) 

Nuestra Jule

Perdiendo el miedo

Ese día nos deslizamos sin control alguno infinidad de veces. Poco a poco iba perdiendo el miedo. Al punto que, los dos nos apuntamos a una clase de 2 horas para el día siguiente. El miedo no se me había pasado, pero por lo menos ya sentía un poco más de confianza. Una vez inscritos en las clases y después de haber alquilado los equipos para el día siguiente, salimos a conocer pueblos cercanos con mis suegros, a comer Kuchen y a tomar té.
Visitamos Medebach muy rápidamente, tan rápido que no tenemos fotos del lugar. Y luego, nos dirigimos a otro pueblo cercano llamado Korbach. En Korbach la parada fue más larga. Las fachadas y accesos de varias casas e iglesias llamaron nuestra atención. Así como un museo, cuya fachada y estructura, son el resultado de una fusión entre una casa de madera de los siglos 18 y 19, una casa gótica de piedra, un techo de cristal y elementos de la arquitectura contemporánea. Una fusión bastante particular y a la vez interesante, tal como resultaron ser las exposiciones permanentes al interior del museo. 

Accesos con detalles interesantes y propios de la época

Iglesias góticas

Lugar de pernoctación para cazadores en la edad media

Dinosaurios

Foto tomada de video sobre un día típico en la escuela de aquellos tiempos

El domingo 4 en la tarde volvimos a la estación de esquí. Ya ese día no hubo marcha atrás. A las 2:15pm arrancó nuestro curso para principiantes. Mr D no es ningún principiante, pero llevaba años sin esquiar, además no quería dejarme sola y abandonada. Éramos un grupo pequeño, 5 personas y el instructor, un Holandés. Medebach y sus alrededores está lleno de holandeses. Será por las montañas que tanto echan de menos? 
Ese día no nevó, pero si hubo un viento extremadamente fuerte durante el tiempo que duró nuestra clase. Eso dificultaba mi capacidad de escuchar y entender correctamente lo que el instructor decía. Al hacérselo saber, él no tuvo inconveniente alguno en dirigirse a mi en inglés. Y es que yo estaba tan estresada, no sentía las manos, ni los pies, el exceso de ropa me estaba volviendo loca, además de que el equipo para esquiar no es que sea el más cómodo. No sé si eran excusas mías o que, pero yo estaba desesperada. Hubo un momento en el que casi dejo todo tirado. Pero ahí estaba mi D, dándome ánimos. Diciéndome con la voz más tierna de este mundo, que lo estaba haciendo bien, que no  me rindiera. Ni modo de dejar todo tirado cuando alguien te dice las cosas de esa manera y te llena de ánimos. Como mi D, ninguno! 

la pista en mejores condiciones

escuela de esquí para niños

ascendiendo la montaña sin ninguna ayuda mecánica

aprendiendo a frenar

listos para descender. Que nervios!

Fui feliz cuando la clase terminó. Reconozco que no me divertí tanto. Esquiar quizás no es para mí. Me desespero al no sentir control total de mis movimientos o mi cuerpo en general. Aparte, encuentro las botas y demás poco cómodas. De pronto porque eran alquiladas? Amanecerá y veremos si en una próxima oportunidad me animo o no. Por lo pronto me quedo con el patinaje sobre hielo.  Y tu?

El lunes llegó y con él, el fin de nuestras mini vacaciones en Hochsauerland. Salimos poco antes del medio día. Queríamos llegar a tiempo para cambiar los zócalos y terminar el proyecto de renovación de la oficina que habíamos dejado a medias. 
De regreso tomamos otro camino, para tener la posibilidad de ver otros lugares y hacer una parada en Edersee. Un lago que fue convertido en presa para generar energía eléctrica y regular el nivel del agua del río Weser. La presa tiene una historia particular: muchos años después de su construcción, fue destruía por bombarderos británicos durante la segunda guerra mundial. Su destrucción causó grandes pérdidas de energía e inundaciones. La presa fue reconstruida y hoy en día es la tercera mayor en toda Alemania. Según mis suegros, en el verano, es un punto importante de diversión, recreación y práctica de deportes acuáticos. El día que la visitamos el cielo estaba completamente azul y el sol brillaba de una forma increíble, lo cual le agregó magia al lugar. Una muy buena parada!

El sol brillando sobre la presa

en el verano hacen un juego de agua y luces que algún día me gustaría presenciar 

 en este lugar me sentí llena de paz y tranquilidad

nuestras sombras mientras apreciábamos el maravilloso paisaje y ese cielo tan azul

Después del recorrido, las fotos y las charlas sobre el lago, continuamos con nuestro viaje. Y cuando creímos haberlo visto todo, se nos aparece esta casa al revés y como no parar? Para mí no fue una sorpresa el ver la casa al revés, pues en Alemania existen por lo menos 3 o 4 casas así. Lo que si me sorprendió fue el encontramos esa en nuestro camino, ninguno de nosotros teníamos conocimiento de que en Edersee estaba una de las casas al revés de Alemania. Confieso que me llenan de curiosidad y siempre he querido entrar y sacar muchas fotos, "desafiando" la gravedad. Esta estaba cerrada, que mala suerte! 


Esta casa al revés, según el folleto publicitario, está construída en hormigón y madera. Tiene 95m2 de espacio habitable, es una casa "normal" y completamente amoblada. Absolutamente todo está al revés: ventanas, puertas, muebles, cocina, etc. Hasta la casita más pequeña, que funciona como punto de información y venta de entradas. Es habitable, pero fue construida con fines recreativos y turísticos. Sabían de estas casas al revés? qué les parece?


Sin duda alguna unas buenas mini vacaciones y excelente manera de empezar el año. Ahora si con las pilas recargadas y la mejor de las energías para enfrentarme a lo que se viene en este proceso de adaptación y mi nueva vida en Alemania. 

Abrazos, 
Brownie Maus


















2 comentarios

  1. jajajaja... Holandeses? No way!?!?!?!
    Estos jolandios se viven quejando de la crisis y apenas llegan las vacaciones meten todo al auto y se marchan a gastarse el dinero que dicen que no tienen. Ja!

    Y eso de esquiar... mmm... nop... eso no va conmigo. Una vez lo intenté casi obligada y fijate que como aquí yo tengo la última palabra, pues no hemos vuelto a ninguna montaña en las vacaciones de invierno. Además, para andar rodeada de jolandios mejor me quedo por aquí, o no?

    Y que bueno que disfrutaste de las mini-vacaciones! En Alemania el trato al turista es muy bueno (otra razón por la que los de aquí se van para allá).

    Saludos!

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    1. Jajajaja siiii, Medebach y sus alrededores estaba lleno de holandeses. De hecho, llegué a pensar que el complejo vacacional era holandés. Todo estaba escrito en alemán y jolandio, como dices tu. Cuando fui a revisar las predicciones climáticas, mi teléfono automáticamente me mostró los países bajos, como predicción de tiempo local. Mejor dicho, una invasión holandesa por todos lados. Imposible no acordarme de ti. :-)

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