Bamberg, la ciudad de las siete colinas

Con tan buenos comentarios sobre la ciudad y el sin número de recomendaciones hechas por mis suegros, compañero de oficina y amigos; las ganas de llegar a Bamberg eran incontrolables. No veíamos la hora de recorrer su casco antiguo, declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO en el '93. Moríamos de ganas por conocer uno de los conjuntos urbanos antiguos más grandes e intactos de Europa, fotografiar algunas de las 2400 casas que han sido declaradas monumentos históricos, degustar platos típicos y disfrutar de una buena cerveza, en la que muchos llaman "la verdadera capital de la cerveza". En fin, de disfrutar de este lugar lleno de historia, de encanto, de detalles, de recuerdos y de vida. 

El buen tiempo nos seguía acompañando. Dejamos el auto en un Parkhaus, y caminamos dirección oficina de turismo en el centro histórico. Aunque teníamos guías, queríamos un plano general y plegable de la ciudad. En las oficinas de turismo es muy fácil conseguirlos, normalmente son gratis, y se consiguen en varios idiomas, o como mínimo, en inglés.

Desde la oficina de turismo ya era posible ver parte de uno de los lugares más destacados de la ciudad: el ayuntamiento antiguo y el Schloss Geyerswörth. El ayuntamiento antiguo o altes Rathaus en alemán, llama muchísimo la atención por su emplazamiento sobre un puente que atraviesa el río Regnitz, por su original y maravillosa arquitectura, y por los frescos pintados en sus fachadas. 
Existen varias versiones respecto a la construcción del mismo. Sin embargo, todas coinciden al afirmar que fue construído por los propios habitantes de Bamberg en 1440, y rediseñado al estilo barroco y rococó entre 1444-1756.

Aunque das alte Rathaus nos atraía como imán, decidimos caminar en el sentido opuesto. De esta manera, pensábamos abarcar los tres distritos históricos de la ciudad: Bergstadt, Inselstadt y Gärtnerstadt. O por lo menos, dos de ellos. Empezamos entonces con la parte sur de Bergstadt. Colina arriba, nos encontramos con la iglesia católica y de estilo gótico, nuestra señora, conocida también como Obere Pfarre. El interior de esta iglesia es impresionante, principalmente por su llamativa decoración barroca. Aunque la parte exterior no se queda atrás, con importantes y curiosos detalles arquitectónicos.


La iglesia de nuestra señora se encuentra muy cerca de la catedral, por lo cual, seguimos caminando por calles estrechas y aveces un poco confusas. De un momento a otro, apareció ante nosotros. Justo en ese instante estaban preparando todo para un concierto al interior del edificio y la entrada para turistas estaba temporalmente prohibida. Decidimos recorrer entonces los alrededores, donde se encuentran varios museos y la neue Residenz. 


Nuestro próximo objetivo era llegar hasta el convento de St. Michael, otro que se encuentra en la lista de monumentos religiosos históricos de la UNESCO. Para llegar a él hay que subir la colina y eso hicimos. Las energías estaban recargadas y el clima ayudaba mucho. Camino al convento nos encontramos con el jardín de la rosas, que pertenece a la neue Residenz. Es además un punto con vistas panorámicas hacia la ciudad. Aquí hicimos una pequeña parada para fotos y comer frutillas. 
  

El camino al convento cuenta con dos tramos con escaleras, que hacen la subida sea un poco más fácil. Al llegar, otro punto con vistas panorámicas, jardines y viñedos del convento, y por supuesto, la imponente edificación. 



La idea inicial era, pasar directamente a la Inselstadt, después de haber recorrido St. Michael. Pero no podíamos dejar a la catedral por fuera! bajamos y por suerte el concierto ya había terminado. Unos cuantos minutos después de nuestra llegada, abrieron las puertas al público. Qué suerte!


Satisfechos con la visita al Dom, pasamos nuevamente al casco antiguo. En las calles había mucha gente, entre turistas y gente local, pero aún así, la sensación no era tan agobiante como en muchas ciudades turísticas grandes. Se podía caminar con tranquilidad. En este punto decidimos hacer una pausa e ir a almorzar. 


Ahora sí pasamos por das alte nueue Haus, fotografiamos, recorrimos y continuamos hacia el sector conocido como pequeña Venecia. Donde casas con entramado en madera, jardines y embarcaderos, se encuentran ubicadas a orillas del río Regnitz. Este era el barrio de los pescadores. Qué bonito lugar!



Habíamos recorrido tanto, pero al mismo tiempo sentíamos nos faltaban cosas por conocer. En medio de tiendas y locales interesantes, llegamos a el Maximiliansplatz, lugar donde ubican el mercadillo y donde se llevan a cabo muchos eventos culturales y conciertos. Se encuentra además, la iglesia jesuita St. Martin. Que por aquellos días estaba parcialmente cerrada, por labores de saneamiento en partes de su estructura. Un par de cuadras más adelante, está el ayuntamiento. 


Antes de dejar Bamberg, fuimos por el auto y manejamos hasta el Altenburg, un castillo medieval ubicado al oeste de la ciudad. Y es que, después de haber desaprovechado la oportunidad en Coburg, no queríamos repetir el mismo error de irnos sin visitar este castillo con vistas panorámicas de la ciudad, y que en la actualidad es restaurante y lugar donde se celebran bodas, por ejemplo. 

Y así, con increíbles vistas, y después de haber recorrido una maravillosa ciudad, dimos prácticamente por terminado, nuestro viaje a la parte norte del sur de Alemania. Suena extraño, no? La noche la pasamos en Schweinfurt y al día siguiente, emprendimos nuestro regreso a Hameln. 

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